POR: GUILLERMO CRUZ ANTONIO.
Hoy iniciamos una nueva sección denominada ¡CUÉNTAME! Bien
pudo llamarse “el rumor”, “el mitote”, esta terminología es sinónimo de chisme.
Cuando nos ponemos receptivos y presumimos para hacer ver a
los demás de que estamos ocupados y que no tenemos tiempo para nada, porque
nuestro ego, esta como nuestra presión de alta, pero nos conectamos a un
“megachisme”. Nuestra expresión de
apertura al “chisme” nos convida a reblandecer nuestros sentidos y cosa extraña
se destapan en ipso facto nuestros oídos,
a veces dañados por secuelas de viejos catarros “constipados” que
usualmente nos bloquean los oídos.

Acababa de decir que
tenía mucho trabajo, que no tenía tiempo para nada, pero… “chisme caliente mata
a la gente”, pero el ¡cuéntame! Es mágico en el proceso de la comunicación.
Después de este largo rollo introductorio, inicio la sección
¡Cuéntame! Dando el banderazo de salida. Con gusto les cuento: la vida pude
verse como un melodrama en un teatro donde cada actor interpreta diferentes
papeles, podemos actuar en distintos roles y con diversos guiones.
Ésta puede ser una estrategia o una comedia. La forma en que
enfrentas la existencia te ubica en un género o en el otro: carcajadas o
llanto, optimista o pesimista, satisfacción o tristeza, ilusión o desesperanza.
Lo más importante de este concepto análogo a tu vida, es que tú eliges que papel
vas a interpretar y como lo vas a poner en escena. O puedes elegir mejor
quedarte sentado y decir “yo paso” y darle tu lugar a otras personas en el
concurrido mundo de la actuación de tu vida.
Reír o llorar, esa es tu decisión, ¿Sobre qué papel te inclinas?
Quiero abundar más, consideremos la historia de la filosofía
y subrayemos a dos grandes filósofos de la antigüedad, como el ejemplo de dos
polos opuestos de los extremos que señalé. Heráclito y Demócrito señalaron en
sus ensayos, refiriéndose a ellos.
Montaigne expresó: Heráclito representaba el lado trágico y
melancólico de la vida, Demócrito era optimista y animado, dispuesto a reír o
bromear.




Demócrito Heráclito
Heráclito se aislaba, evitaba a la gente, a quien criticaba y subestimaba. Ambos nacieron en familias adineradas y crecieron en la abundancia, ambos renunciaron a sus riquezas para ejercer su visión filosófica como una encomienda universal.
Reflexión, me inclino por Demócrito, si se quiere una buena
calidad de vida, elijo reír mejor el buen humor que llorar.
Conozco infinidad de “Heráclitos” que se desplazan por la
vida llevando la carga de la amargura y el pesimismo a cuestas, viviendo del
pasado. La falsa paradoja: idiota o sabio, feliz o infeliz queda resuelta.
Hay una tercera alternativa: mejor sabio feliz, porque no
existe sabiduría sin alegría.
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